Un recorrido por El Impenetrable chaqueño, donde la
comunidad indígena lucha por adaptarse y sobrevivir
Por Sol Amaya | LA NACION
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Son alrededor de 15.000 los Qom que habitan en El Impenetrable chaqueño. Foto: LA NACION / Ezequiel Muñoz |
LA CAMA BAJO EL ÁRBOL
Benancio se refugia del calor infernal del mediodía a la
sombra de un árbol, bajo el cual también está su cama, porque dormir afuera en
verano es la mejor opción. De las ramas, a manera de perchero, cuelgan algunos
recipientes, una radio y una bolsa con torta frita, lejos del alcance de
insectos y alimañas de la zona.
El panorama se repite en muchas de las pequeñas viviendas de
los parajes que rodean Miraflores, una de las zonas habitadas por los Qom, que
en los últimos meses perdieron a varios de sus miembros en diferentes hechos de
violencia .
Benancio Cantero tiene 68 años y, como casi toda su familia,
padece de mal de Chagas, enfermedad que afecta casi al 90 por ciento de la
población Qom por encima de los 30 años, según indica Pablo Denardi, lenguaraz
(vocero) de la comunidad.
Su humilde vivienda, hecha de barro y paja, es el ambiente
ideal para la vinchuca, el insecto que transmite esa enfermedad. Varias familias
de la comunidad aún habitan en esas casas precarias.
En una misma vivienda llegan a convivir entre 10 y 12
personas. Las construcciones suelen tener pocas divisiones, ya que las familias
están acostumbradas a compartir la vida cotidiana en espacios comunes. En las
zonas más urbanizadas, las casas cuentan con letrinas. Los que viven en parajes
más alejados de los pueblos utilizan el monte.
En los últimos años se avanzó en la construcción de algunas
viviendas de material, pero aún hay zonas con casas precarias. El gobernador de
Chaco, Jorge Capitanich, justificó en diálogo con LA NACION: "El déficit
habitacional es producto de un proceso de desinversión de los últimos 50
años".
La red eléctrica es deficiente, pero aún existe un drama
mayor: el agua. Se trata de un recurso escaso en gran parte de la provincia. La
mayoría de las casas cuentan con aljibes, que son rellenados periódicamente por
camiones cisterna.
Los caminos de tierra que, como una enredadera seca,
entrecortan la tupida vegetación, se convierten en una trampa para cualquier
vehículo cuando llueve. Hay parajes que permanecen incomunicados durante
semanas luego de un diluvio. Esto dificulta el reparto de agua y víveres.
LUCHAR CONTRA LA INVISIBILIDAD
Sólo los carashes (referentes) y unos pocos chicos que no
abandonan la escuela hablan español. Pero todos aprendieron a usar una
herramienta de la cultura "criolla": el piquete, la única manera de
ser visibles en la sociedad.
"Hermano necesita salud, necesita comida, trabajo.
Hermanos cortamos calle", dice el carashe Edilberto Pérez. Estas medidas
de fuerza aumentan las rispideces con la comunidad "blanca", pero a
la vez los ayudan a conseguir audiencias con los representantes del gobierno
para poder plantear sus reclamos.
La barrera del idioma se extiende a la escuela. "La
mayoría de los chicos Qom pasa los primeros grados concentrado en aprender
español. Por eso se retrasan con respecto al resto de la clase y generalmente
abandonan en cuarto o quinto", explica Denardi.
Agustina, una adolescente Qom de Miraflores, es de las pocas
que ha logrado llegar al secundario. Está contenta con lo que aprendió, pero no
tiene muchas certezas sobre su futuro. Es la única en su familia que no padece
de Chagas, lo cual es una ventaja más para su desarrollo y progreso.
El abandono de la escuela tiene secuelas más graves que la
falta de educación. "El problema con los adolescentes acá es que casi no
hay actividades para ellos. Por eso muchos terminan alcoholizándose o
consumiendo pegamento", se lamenta Denardi.
LA SALUD, UN PROBLEMA DE COMUNICACIÓN
No hablar español a veces puede llevar a la muerte. En la
zona se construyeron varios hospitales, pero eso no es suficiente. "Muchos
Qom mueren de malos diagnósticos o tratamientos interrumpidos", cuenta
Denardi, y pone de ejemplo una adolescente que falleció de neumonía. La joven,
por cuestiones de idioma, no había comprendido el tratamiento sugerido por el
médico. Y lo que era una gripe se transformó en neumonía que acabó con su vida.
Algo similar sucedió con un adulto Qom que falleció de peritonitis.
Estos casos hacen que la comunidad tenga miedo de ir al
hospital, y recurran a sus pioxonaq , una especie de curanderos que hacen
tratamientos basados en una serie de ritos. Los que no mueren, dice Denardi, a
veces padecen complicaciones evitables de enfermedades que tienen cura.
Sobre esta situación, el gobernador informó que se
construyeron 23 puestos sanitarios en El Impenetrable y que hay 634 agentes
sanitarios para la atención de las comunidades indígenas.
CHANGAS Y PENSIONES
Tradicionalmente, los Qom vivían de la caza. En la zona hay
animales como el pecarí, el puma, el yaguareté, el tapir y el oso hormiguero,
pero la deforestación los fue ahuyentando. Hoy, la mayoría de los adultos de la
etnia reciben una pensión por padecer, generalmente, mal de chagas. Eso les
complica el acceso al mercado formal de trabajo.
Pérez, carashe de la comunidad en Bermejito, explica que
esta situación genera fricciones con la población "criolla", como
llaman a los habitantes de la zona que no son indígenas.
"Dicen que el indio es vago. Que no quiere trabajar. Es
mentira. El hermano Qom quiere. Necesita alimentar a sus hijos", dice el
referente, con el hablar pausado y armonioso característico de los suyos. Pérez
es uno de los que dejó el monte para mudarse con su familia a Villa Río
Bermejito, en busca de trabajo.
El hermano Qom quiere trabajar. Necesita alimentar a sus
hijos
Para sumar ingresos, la mayoría de los adultos hombres
realiza "changas" de pintura y albañilería.
Las mujeres se especializan en las artesanías. Casilda
Mendoza estrecha sus manos resecas y esboza una enorme sonrisa cuando recibe a
las otras mujeres que forman parte de su cooperativa. Organizarse y vender sus
productos a los "criollos" es una de las pocas actividades que ayudan
a mejorar su calidad de vida.
Rodeadas de sus hijos pequeños, unas diez mujeres tejen con
una gruesa aguja canastos de hoja de palma. A pesar del filo de la planta, la
habilidad de estas artesanas les permite culminar sus productos sin un solo
rasguño en las manos.
Son las 7 de la tarde y la temperatura sigue superando los
40 grados. Dos chicos Qom de unos 10 años tiran de un hilo atado a una latita
vacía de picadillo. El improvisado juguete repiquetea en la tierra seca.
Arriba, las pocas nubes que se habían juntado comienzan a dispersarse. Mañana
tampoco lloverá.
Ver nota completa con fotos y videos en: http://www.lanacion.com.ar/1547506-viaje-al-interior-del-mundo-qom
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