Como sabrán, hace un mes que tengo mi
e-reeder cargado de e-books; y todavía estoy tratando de ver cuál es la mejor
manera de tener organizados los libros que he descargado desde la web. Es
increíble ver la cantidad que uno lee y no se da cuenta que, quizás en dos
días, se “comió” un libro.
Me parece interesante la idea de que los
e-books, junto a los soportes que permiten su lectura, hayan reavivado la
pasión por la lectura. Ya es normal ver, en las grandes urbes, a personas
leyendo por doquier, aisladas en sus mundos particulares sin prestar demasiada
atención a los peligros de la calle a los que están expuestos por ir leyendo
sin demostrar preocupación alguna.
Me resulta increíble, si esa es la palabra: increíble, que las editoriales más
importantes de nuestro país no se hayan dado cuenta de lo redituable,
económicamente hablando, que sería para ellos contar con un catálogo de sus
libros en este formato. Y es, por lo menos, extraño que no estén digitalizando
libros que ya no se editan más en formato papel y que, sin embargo, siguen
siendo de consulta diaria por los lectores. También creo que, en un mundo que
requiere solución inmediata a los problemas de deforestación, sería una buena
manera de pasar a ser una empresa “ambientalmente
responsable”.
Estos últimos puntos, el de la deforestación
y las empresas ambientalmente responsables, son muy importantes; ya que el
desarrollo industrial tenía –en sus orígenes– “como objetivo mejorar la calidad de vida de la población. Sin embargo,
no se tuvo en cuenta las consecuencias ambientales que éste proceso trajo a
corto y que traerían a largo plazo. Creo que, en general, las empresas deberían
buscar un equilibrio entre la sustentabilidad humana, el desarrollo
socioeconómico y la protección del medio ambiente.”[1]
Por este tema estuve consultando el portal
del CES –Conservación y Equidad Social– de la Unión Internacional para la
conservación de la Naturaleza –UICN– que, según sus palabras, “promueve al interior de la comunidad
ambiental los principios de equidad social en la gestión de los recursos
naturales.”[2]
Creo necesario citar a modo de ejemplo un
texto de la Universidad de los Andes de Venezuela, donde se recopilan los
aspectos relevantes de la Responsabilidad Social Empresarial –RSE– y su
vinculación con el ambiente, basados en diferentes enfoques y experiencias
empresariales, así como proponer un concepto sobre la Responsabilidad Social
Ambiental.
“Hoy en día, los empresarios deben estar más convencidos de que el éxito económico no depende únicamente de la estrategia de aumento de los beneficios, sino de la protección del medio ambiente y el aumento de la responsabilidad social, incluidos los interesas de los consumidores. La Responsabilidad Social Empresarial puede dividirse en dos dimensiones: una interna y otra externa. La primera comprende la administración de los recursos humanos, la protección del trabajo y la realización de actividades de producción y de comercio, siguiendo las normas de protección del ambiente y la calidad de condiciones de trabajo. La dimensión externa trata sobre las relaciones de la empresa con su entorno más cercano, socios, proveedores y clientes; así como sus actitudes en relación con los derechos fundamentales: igualdad de oportunidades no discriminación, promoción del arte y la cultura, salud, educación y medio ambiente.
“Hoy en día, los empresarios deben estar más convencidos de que el éxito económico no depende únicamente de la estrategia de aumento de los beneficios, sino de la protección del medio ambiente y el aumento de la responsabilidad social, incluidos los interesas de los consumidores. La Responsabilidad Social Empresarial puede dividirse en dos dimensiones: una interna y otra externa. La primera comprende la administración de los recursos humanos, la protección del trabajo y la realización de actividades de producción y de comercio, siguiendo las normas de protección del ambiente y la calidad de condiciones de trabajo. La dimensión externa trata sobre las relaciones de la empresa con su entorno más cercano, socios, proveedores y clientes; así como sus actitudes en relación con los derechos fundamentales: igualdad de oportunidades no discriminación, promoción del arte y la cultura, salud, educación y medio ambiente.
Actualmente las
empresas han reconocido la responsabilidad en el mejoramiento del ambiente, no
como respuesta a los requerimientos exigidos por normas jurídicas e
imposiciones gubernamentales, sino del convencimiento de que la sensibilidad
empresarial hacia el medio ambiente supone beneficios directos que, en general,
optimizan su competitividad y reconocimiento en la sociedad. Según Murillo,
Garcés y Rivera (2004), los beneficios de mayor sensibilización ambiental de
las empresas son:
1· Reducción de los costos ambientales y, por tanto, de los costos
generales de las empresas: la gestión y la optimización adecuada de los
recursos naturales y de otros, reduce los consumos de energía, agua, materias
primas, la generación de residuos, etc.
2· Permite acceder a mercados más exigentes y restringidos por razones
ambientales, diferenciándose con respecto a sus competidores; aumentando la
actividad de la propia empresa.
3· Favorece nuevas oportunidades y actividades empresariales, mejorando
ambientalmente los productos propios, acudiendo a la producción o reutilización
de otros, o accediendo al mercado y a líneas de crédito específicas.
4· Mejora la imagen general de la empresa y su credibilidad frente a
clientes, consumidores, competidores, administraciones públicas y opinión
pública.
5· Permite introducir mejoras técnicas y de funcionamiento en la propia
empresa, facilitando la actividad empresarial y el acceso a ciertos contratos
(por ejemplo, contratos públicos, al ser creciente la introducción de
exigencias ambientales en los pliegos de licitaciones); también reduce las
enfermedades y accidentes laborales con la implantación de nuevas tecnologías”
(...) La
Responsabilidad Social Ambiental (RSA) es hoy mucho más que una iniciativa de
reciclaje o de conservación de la energía. Ser una Empresa Responsable
Ambientalmente (ERA) es considerar todos los impactos ecológicos que generan la
producción y operación de la empresa. Todo Administrador de Empresas que dirija una organización, indistintamente
del tamaño y del área a que ésta se dedique, debe orientarse a un enfoque de
“Empresas Verdes o Limpias”, donde tome al ambiente como elemento
imprescindible para el desarrollo de sus actividades. Este enfoque asegurará a las generaciones futuras su crecimiento,
siendo una condición imprescindible para los sistemas de producción del siglo
XXI.”[3]
También, me parece, que como padres tenemos
que enseñar a nuestros hijos la importancia del cuidado ambiental, enseñar con
el ejemplo a cuidar el medio ambiente y pedir que el sistema educativo incluya
en su currícula este tema como una materia.
Un problema que podría ayudar a buscar solución
con la digitalización de los libros es el de la deforestación, proceso provocado por el hombre en el que se
destruye la superficie forestal.
“Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de gas carbónico (CO2). Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a tierras no productivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes.”[4]
“Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de gas carbónico (CO2). Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a tierras no productivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes.”[4]
En 2007 el Jefe de Gabinete de Ministros de
la Nación, el Dr. Alberto Fernández, la Secretaria de Ambiente y Desarrollo
Sustentable, Dra. Romina Picolotti, el Subsecretario de Ordenamiento Ambiental,
Miguel Pellerano, el Director de Bosques, Ing. Ftal. Jorge Luis Menéndez, y el
equipo técnico de la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal
(UMSEF) realizaron un Informe sobre Deforestación en Argentina.
Según éste informe, la deforestación no es un fenómeno nuevo para la humanidad, ya que “en los últimos tres siglos el promedio de deforestación fue de 6 millones de hectáreas anuales y se dio concentradamente en el Hemisferio Norte, principalmente en los siglos XVIII y XIX
Actualmente la deforestación no sólo ha aumentado significativamente sino que, además, ha dejado de ser patrimonio del Hemisferio Norte como lo fue durante los tres últimos siglos para pasar a ser un fenómeno concentrado en el Hemisferio Sur.
A lo largo de los años se ha señalado a la expansión agrícola como factor común en casi todos los estudios sobre la deforestación. De hecho, gran parte del aumento de la producción de alimentos se ha llevado a cabo a costa de centenares de millones de hectáreas de bosque. A pesar de no contar con estimaciones precisas sobre la superficie de tierras agrícolas y de pastoreo que originalmente estaban cubiertas de bosques, una gran proporción de éstos fue talada para dar lugar a actividades agrícolo-ganaderas.
Además del fenómeno de la deforestación existe otro proceso de deterioro del recurso: la degradación, que consiste en la pérdida de biomasa y da como resultado un bosque empobrecido
Ante esta situación, los procesos de deforestación y degradación de las masas de bosque constituyen una gran amenaza para el equilibrio ecológico de todo el planeta, al que hemos colocado en una verdadera situación de emergencia.”
Este informe arranca describiendo la situación nacional con una cita del Gral. Manuel Belgrano: “En junio de 1810, un alarmado Manuel Belgrano escribía: “parecieron los bosques como el inmenso mar respecto de la corta población que teníamos... hemos visto a los montañeses dar por el pie a un árbol frondoso, en lo más florido de la primavera, sólo por probar el filo del hacha... causa el mayor sentimiento ver tantos árboles muertos... Se presiente ya lo detestables que seremos a la generación venidera, si... no se ponen activos...
Según éste informe, la deforestación no es un fenómeno nuevo para la humanidad, ya que “en los últimos tres siglos el promedio de deforestación fue de 6 millones de hectáreas anuales y se dio concentradamente en el Hemisferio Norte, principalmente en los siglos XVIII y XIX
Actualmente la deforestación no sólo ha aumentado significativamente sino que, además, ha dejado de ser patrimonio del Hemisferio Norte como lo fue durante los tres últimos siglos para pasar a ser un fenómeno concentrado en el Hemisferio Sur.
A lo largo de los años se ha señalado a la expansión agrícola como factor común en casi todos los estudios sobre la deforestación. De hecho, gran parte del aumento de la producción de alimentos se ha llevado a cabo a costa de centenares de millones de hectáreas de bosque. A pesar de no contar con estimaciones precisas sobre la superficie de tierras agrícolas y de pastoreo que originalmente estaban cubiertas de bosques, una gran proporción de éstos fue talada para dar lugar a actividades agrícolo-ganaderas.
Además del fenómeno de la deforestación existe otro proceso de deterioro del recurso: la degradación, que consiste en la pérdida de biomasa y da como resultado un bosque empobrecido
Ante esta situación, los procesos de deforestación y degradación de las masas de bosque constituyen una gran amenaza para el equilibrio ecológico de todo el planeta, al que hemos colocado en una verdadera situación de emergencia.”
Este informe arranca describiendo la situación nacional con una cita del Gral. Manuel Belgrano: “En junio de 1810, un alarmado Manuel Belgrano escribía: “parecieron los bosques como el inmenso mar respecto de la corta población que teníamos... hemos visto a los montañeses dar por el pie a un árbol frondoso, en lo más florido de la primavera, sólo por probar el filo del hacha... causa el mayor sentimiento ver tantos árboles muertos... Se presiente ya lo detestables que seremos a la generación venidera, si... no se ponen activos...
Tabla 1.
Superficie en hectáreas de Bosque Nativo en Argentina entre 1937 y 2002.
Año 1937
|
Año 1987
|
Año 1998
|
Año 2002
|
37.535.308
|
35.180.000
|
31.443.873
|
30.073.385
|
” [5]
Esto implica que desde el año 1937 al 2002 hemos
perdido, algo así, del 20% del Bosque Nativo Argentino. Debemos tomar cartas en
el asunto, como ciudadanos y clientes. Como clientes exigirles a las empresas
que se conviertan en Empresas Ambientalmente Responsables y como ciudadanos denunciar
cuando no se cumpla con la Ley Nº 26331 aprobada por el Congreso de la Nación
en 2007 y reglamentada dos años después.
Retomando el tema de los e-books, se me viene
a la mente: acaso, ¿leemos más o menos que antes? Ante semejante pregunta mi
respuesta es “si y no”. No, porque creo que leemos distinto que generaciones
anteriores; leemos en otros formatos, otras cosas y estamos todo el tiempo
invadidos por las palabras. Sí, porque el ritmo vertiginoso en el que vivimos
hoy en día no deja mucho tiempo para la lectura en familia –cuándo los niños
son pequeños y se inculca el amor y la pasión por los libros- o para la lectura
recreativa; sólo leemos lo que necesitamos saber y si es posible un resumen
mejor.
También encontré algo muy interesante. El
portal de educativo argentino (www.educ.ar) tiene una Biblioteca de Libros
Digitales, donde se puede acceder a textos, manuales y libros de diversas
disciplinas, categorizados por colección o serie. Los materiales están en
formato PDF, para descargar o imprimir. Los archivos también pueden descargarse
en formato ePub, es decir, como libro electrónico (e-book) ;)
A modo de conclusión. Aunque me cueste dejar
de comprar libros en formato papel, que tiene algo de romántico que no tiene
punto de comparación con los e-books, me sumo a la movida del cuidado mediambiental
para que las futuras generaciones tengan un planeta donde vivir.
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